viernes, 27 de enero de 2017

La Metralleta (1990) Roberto Schlosser



¡La Metralleta! ¡Cine de acción Mexicano al límite! Con esta carátula, ese título (el apodo de la protagonista) y ese año 1990, además de su nacionalidad, no pude resistirme a ponerme este filmmmm en una de esas mañanas de Sábado en que me despierto pronto cual conejo asustado por las luces y a falta de vida personal, me dedico a perder mi tiempo viendo y reseñando estas mierdas apolilladas para cuatro de ustedes. Por lo cual, les estoy sumamente agradecido, por leer estas líneas que aquí escribo vamos. En fin, que me he vuelto a desviar del tema.



La Metralleta es una policía dura y de cojones (es un decir, es una mujer demonios) cuya personalidad equivaldría a la de un Bruce Willis o cualquier otro heroe de acción policía de tiempos pretéritos. El típico al que el comisario echa la bronca y aparta del caso, pero el sigue erre que erre. La Metralleta se diferencia con estos solo en su apariencia, con su melenaza espectacular al viento (es una mejora con respecto a Bruce Willis). Y claro, su vida personal se resiente por su obsesión con el trabajo, y su hermanita, de vida social disipada, cae en manos de un trasnochado cantante con unos cuantos kilos de más que actúa en un tugurio y que se dedica a meter a jovencitas en la droga y usarlas como distribuidoras a cambio de más chutes, cuando ya están demasiado jodidas para interesarle. Este ruín caballero (que es de lo más divertido de la cinta) acabará por vender literalmente a la hermana de La Metralleta a unos repugnantes tipejos que la meten de latigazos y acaba muerta de sobredosis tras una supuesta orgía sádica (supuesta porque nos informan de  ella, no llegamos a verla). Por supuesto La Metralleta se tomará la justicia (y la metralleta) por su mano.



Que se yo, tampoco es tan divertida como esperaba viendo la carátula. Pero los mexicanos y sus términos me hacen tanta gracia, amen del tema del cantante chungo y el personaje del chivato que resucita hasta el final, y su corta duración -apenas hora y cuarto- que se me hizo bastante amena. Además soy tan putita de los noventa que ver esos vaqueros típicos de la época, esas americanas gigantes y escuchar de fondo esos sintetizadores que tanto les molaban entonces, pues me es agradable y se me hizo bastante amena. Es el mayor espectáculo audiovisual proveniente de Mexico que uno puede esperar cuando se despierta a las séis de la mañana un Sábado.

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