martes, 16 de julio de 2013

Nicky,la aprendiz de bruja o la lástima por la destrucción en nuestros días del cine de animación tradicional

Ver una película de Hayao Miyazaki es, ante todo, vislumbrar una obra cuidada hasta el más minímo detalle que no dejará indiferente a nadie. Reconozco que mi primer encuentro con él (no tengo en cuenta su larga trayectoría en series animadas que abarcan, entre otras, "Heidi", "Sherlock Holmes" o
"Lupin III") no fue muy prometedor."La princesa Mononoke" me sigue pareciendo una película demasiado densa, compleja y con ritmo pausado, que hace de su visionado una tarea bastante difícil de sobrellevar si no se coge con ganas.
Pero mi film de Ghibli era,es y será la imprescindible "Mi vecino Totoro", es el ejemplo concentrado de todo lo que el cine de Hayao Miyazki es capaz de dar, así en ella encontramos las ideas más repetidas de su filmografía, estas son, presencia de entornos naturales, heroínas infantiles y llevar al espectador de regreso a una infancia donde predomina la fantasía de la imaginación y la magía a partes iguales.
En "Nicky la aprendiz de Bruja", nos encontramos de nuevo con estos temas (aunque la acción se situa casi todo el film en entornos urbanos) y otros como la pasión de Miyazaki por la aeronaútica, aquí contenida (con un avión al principio del film y zeppelines al final) pero en toda su gloria en otra de sus grandes historias, "Porco Rosso".
La protagonista es una bruja que a los 13 años debe dejar su hogar e independizarse como una prueba en su adiestramiento.Decide dirigirse a una ciudad costera (con claras reminiscencias méditerraneas) para ayudar a la gente que lo necesite. Pronto se decide en abrir un servicio de mensajería aérea, allí encontrará amigos, aventuras y de paso, algún que otro problema que la harán replantearse si será capaz de seguir adelante.
La historia no cae en ningun momento en ñoñerías y nos ofrece una calidad de animación solo comparable a las grandes producciones Disney (las de animación tradicional, me refiero) y un gusto enfermizo por los detalles que nos lleva a una época indefinida entre los años 30 o 40.
La banda sonora es del gran compositor Joe Hisaishi, un clásico habitual en las producciones Ghibli y es discreta pero efectiva, destacando el tema principal.
Quizás no sea la gran película del estudio nipón, "Mí vecino Totoro","Porco Rosso" o "El viaje de Chihiro" son films más completos en su conjunto que ponen el listón demasiado alto, pero es gratificante volver a descubrir un título bastante digno que supera con creces a "Ponyo en el acantilado", que me parece una preocupante ida de olla del abuelo Hayao.
Al volver a ver estas películas mi frustración se hace más patente, ya que me sigue pareciendo un error que no se apueste por la animación en 2D, que esta siendo suprimida por una saturación preocupante de productos digitales, aparecen como churros y muchos de ellos no tienen ni la emotividad, el sentimiento y el esfuerzo que la animación tradicional lograba transmitir.

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