viernes, 21 de junio de 2013

El gran día.


Hay personas con las que de forma automática se establece una comunicación sin palabras, un entendimiento mutuo que sobrepasa las fronteras del lenguaje, una sola mirada, un gesto, basta para expresar todo lo que uno siente.

Mi abuela Paulina, que en paz descanse, era una de esas personas. No solo por ser mi abuela. Conocía mis sentimientos. Y cuando una vez me vio jugar con mi querido, queridísimo, amado y adorado muñeco articulado de Superman (que ya empezaba a mostrar signos de deterioro tras mucho tiempo de jugar horas y horas con el, haciendo que sobrevolara cada superficie imaginable, arbustos, paredes, bordillos...), observó, sin decirme palabra, que este, había perdido su característica capa. 

Mi abuela Paulina no sabía nada de Superman. La mayor parte de su vida vivió en Rebollosa de Pedro, un diminuto pueblo a las faldas de la Sierra Pela, en Soria. Pero supo ver lo importante que era ese muñeco para mi ¡y lo importante que era su capa! 

Aquí es cuando viene esto que os digo. La sutileza, percibir en silencio lo que la otra persona más quiere y anhela, y sin decir nada, dárselo, y saber que le va a hacer feliz. Puesto que mi abuela, ni corta ni perezosa, y sin decirme nada, comenzó a confeccionarme una capa para el muñeco. 

Hizo un patrón, cortó y cosió. Y para alegría y sorpresa mía, mi viejo muñeco de Superman obtuvo la mejor capa que pudiera desear cualquier muñeco de Superman. Ondeaba, era grande, majestuosa ¡caía de forma espectacular sobre los hombros de Superman! era de un intenso color rojo fuego ¡hacía que mi muñeco pareciera salido directamente de la película! Ojalá me hubierais visto la cara. Jamás, en toda mi infancia, ni en la noche de Reyes, ni en ningún cumpleaños, jamás de los jamases experimenté una alegría similar que el día en que vi a mi muñeco más querido de la infancia con esa fantástica capa. Gracias Abuela, allá donde estés.

Este es solo uno (aunque es de los más queridos) recuerdos maravillosos que atesoro, relacionados, indisolublemente no solo con mi infancia y mi querida Abuela Paulina, sino con Superman. Tanto, que no soy capaz de separar al personaje de mi misma vida e infancia. Fue mi adorado Superman, mi querido Superman, y a día de hoy, sigue siéndolo. Por eso hoy, 21 de Junio de 2013, fecha en que se estrena en toda España la película "El Hombre de Acero" de Zack Snyder, en lo que supone el regreso por todo lo alto del personaje que marcó mi vida para siempre, un mito, un sueño, y al fin y al cabo un compañero, que me ha acompañado y me acompaña a lo largo de toda mi vida, es una fecha muy, pero que muy especial para mi.


¿Que emoción sentías al ver a Christopher Reeve en las películas de Superman verdad? Yo al menos, de pequeño, tenía la sensación de estar viendo realmente a Superman. El ERA Superman.

Y a día de hoy, aún siendo adulto, menos impresionable y más consciente de que es una película, de que es un actor, de que todo es ficción, aún hoy, mirarle es mirar a Superman.

Nadie puede cambiar eso. Y nadie lo pretende. Reeve encarnó tanto física como espiritualmente tanto lo que amamos de Superman -sus valores, su bondad, su gentileza, su carisma, su pureza en definitiva- que nadie puede, ni podrá jamás, arrebatar su puesto.

Pero el caso es, que por mucho que se empeñen los más cínicos, por mucho que cambie la sociedad, que seamos escépticos, más sofisticados, que todo sea menos inocente, más oscuro y difícil; por muy anacrónica que parezca la idea del bien, del héroe, del defensor del oprimido, del valuarte definitivo de la humanidad contra el mal, por muy absurda e imposible que esta idea parezca en nuestro mundo contemporáneo, jamás dejará de fascinarnos. Y de ilusionarnos. Y el ser humano se alimenta de ilusión. Da igual lo sarcásticos y modernos que queramos ser, a parte de oxígeno agua y comida, necesitamos ilusión. Necesitamos sueños 
¡Da igual lo imposibles y absurdos que parezcan! Los amamos. Jamás dejaremos de buscarlos. Es lo que nos hace avanzar, seguir. Puede que jamás los alcancemos, pero jamás dejaremos de perseguirlos. Como yo perseguía a Superman de pequeñito, con la toalla del baño colgada a la espalda. 

Jamás nos rendiremos. Forma parte del espíritu humano creer en la esperanza, en que alguien nos salvará de la oscuridad, del destino, de la muerte en definitiva. Y Superman, representa todos eso sueños y esperanzas como pocos personajes lo hacen. Porta los ideales más bellos y hermosos del ser humano. Por eso es tan importante, tan grande. Y es por eso que perdura hasta nuestros días, nada menos que 75 años después de su creación. Se dice pronto.


He dicho antes que Christopher Reeve siempre será Superman. El Superman que todos tenemos en mente. El icono del primer y más importante Superheroe de todos los tiempos. Que pertenece ya a toda la humanidad. Pero igual que Christopher Reeve es Superman, Henry Cavill puede ser el Superman de una nueva generación, y tiene, como pude constatar al verle en persona en la premiere de la película celebrada en Madrid, la presencia y los valores (carisma, confianza, generosidad, bondad y fuerza) que deben caracterizar al actor que encarne al último hijo de Krypton. Al verle, uno siente esa sensación, casi electrizante, de estar ante Superman en persona. Exactamente la misma que sentía de pequeño al ver a Christopher Reeve en las películas de Superman. 

Por eso se que será un gran Superman, que marcará una época y que no necesita competir ni compararse con nadie. Cavill se va a ganar el derecho, con la propia fuerza y tenacidad que han marcado su carrera, a ser el nuevo Superman. Al que miremos, y aún sabiendo que todo es fantasía, teatro y efectos especiales, sepamos, en nuestro interior, en una íntima y pequeña parte soñadora e ilusionada de nosotros, que Superman ha vuelto. Que camina de nuevo entre nosotros. Y aunque solo sea en la oscuridad de una sala de Cine, reflejado en una gran pantalla plana, Superman volverá a protegernos del horror y de la desesperanza. Y no se a vosotros, pero a mi, eso me deja más tranquilo. Y me llena de esperanza. Esperanza, la palabra que resume la esencia de Superman. Y que es ahora, lo que significa la "S" del escudo, que en Krypton, significa precisamente eso, Esperanza.


Jamás he ido a ver una película tan convencido de que me iba a gustar. Naturalmente no soy objetivo. Es Superman. Adoro el personaje, verlo en cine ya hace que alucine, da igual las veces que lo hagan, siempre me fascinará ver en pantalla a Superman. Con verlo en pantalla ya me ha rentado el precio de la entrada. Solo deciros que Superman Returns, que todo el mundo defenestra, a mi me encantó. Con esto creo que ya está todo dicho sobre este particular. No obstante por los vídeos, fotos y críticas que me llegan de ella, hay algo que probablemente haga de El Hombre de Acero, la película que los amantes del último hijo de Krypton llevamos esperando ver, nada menos que toda una vida. 

Todos los grandes valores del personaje se han ido reflejando tanto en series, como en las películas de Christopher Reeve e incluso Superman Returns. Pero jamás se ha contado con la capacidad visual y de efectos especiales puestos al servicio del espectáculo que puede ofrecer un Superman pletórico de poderes luchando de igual a igual con un kryptoniano malvado y con muy mala leche, como es el General Zod. Los que la han visto, hablan de perder la cuenta de veces que Superman o Zod son derribados por un puñetazo del otro, derribando incontables edificios a su paso, abriendo cráteres en el suelo, la batalla entre seres todopoderosos definitiva. Y Superman está de nuestro lado ¿Se puede imaginar algo semejante? No. Hay que verlo para creerlo.

Y con todo, pienso, que por las entrevistas a equipo y reparto, por lo que hemos podido ver de ella, El Hombre de Acero respeta la esencia del Hombre del Mañana, del gran azul. Todos sus valores, sus características y su legado permanecen. Modernizados y llevados a la audiencia de hoy. Una audiencia que demanda espectáculo y que necesita un Clark Kent que les importe, con el que puedan identificarse y así, juntos, emprender su viaje, su aventura, en defensa de la humanidad. 

Puede que todo esto sea un error. Quizá no me parezca tan buena la película y tenga que desdecirme. Tragarme mis palabras. Pero en realidad no lo creo en absoluto. Confío mucho en la buenísima sensación que tuve desde que vi aquel tercer trailer, Superman estaba de vuelta, y los hechos me están dando la razón. El Hombre de Acero está siendo un éxito en Estados Unidos, donde se ha estrenado una semana antes que aquí y la crítica ha sido muy positiva en general. Ya se ha confirmado desde Warner Bros la puesta en marcha de una secuela. Por suerte, tenemos Superman para rato.

En apenas 3 horas, como hace unos años lo estuve, acompañado de mi padre, veré volar de nuevo a Superman en la gran pantalla. Y lo disfrutaré como un niño. Y os recomiendo que vosotros hagáis lo mismo. Dejaos llevar, porque despegamos.








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