jueves, 14 de junio de 2018

Whiplash


Bueno, bueno, entrada 200 de este modesto y dejado blog, que me alegro de que sea hablando de Whiplash, una de las mejores películas de los últimos años sin ningún tipo de dudas. La recuperé en Netflix después de haberme salido de la sala en su momento, cuando pagué en el cine para verla, pero antes de que empezará a proyectarse huí raudo a ver la conclusión de la saga El Hobbit...Shame on me...

Whiplash nos narra la historia de Andrew, un chaval apasionado del Jazz, que toca la batería y pretende hacer carrera en ello. Algo de talento debe ver en el Fletcher, el profesor de un prestigioso conservatorio, cuando le escucha tocar nada más comenzar el film, que se le lleva a su banda como batería sustituto. Una serie de avatares harán que sea titular, y descubra que Fletcher no es ni mucho menos un tipo de trato suave...agresiones físicas, insultos, desde el principio Fletcher hace a Andrew llorar ¿se aminala? ¿lo deja? no, ante el alucinado espectador -porque Fletcher es directamente terrorífico (acojonante J.K. Simmons)- el chaval sigue adelante, poniéndole aún más empeño al tema. 

Y es que básicamente la película trata de eso. De cuanto estamos dispuestos a sacrificar, cuanto esfuerzo somos capaces de ofrecer y de donde viene el verdadero talento ¿es el sufrimiento un impedimento para la creación o un acicate? Whiplash es una reflexión sobre todo eso, sin dejar de ser un intenso drama que te agarra desde el principio y no te suelta hasta el final. Interpretaciones vertiginosas y unos protagonistas que están dispuestos a todo para conseguir sus objetivos y un final prodigioso como pocos en la historia del cine, que le da la vuelta a la tortilla, de alguna manera. Alucinante amigos, ya tardáis en verla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario